En una red social, de cuyo nombre no quiero acordarme, vivía un bizarro caballero adorador de San Andrés y, como una abuelastra pía, le tenía puesto un altarcillo en el que una multitud le sujetábamos las velas. Un cuadro.

En una red social, de cuyo nombre no quiero acordarme, vivía un bizarro caballero adorador de San Andrés y, como una abuelastra pía, le tenía puesto un altarcillo en el que una multitud le sujetábamos las velas. Un cuadro.
Terminan los Juegos Olímpico de 2024 que parecen, como en todas las ediciones, dirigidos a mostrarnos lo torpes que somos la gran mayoría. Los deportistas que se presentan son una versión muy buena de los seres humanos y al comparar se nos caen los aros de vergüenza. Pero fantástico, viva la diversidad de movimiento.