La capacidad de conocer se hereda en los genes, pero del conocimiento acumulado aflora consciente una parte pequeña de todo el ingente aprendizaje humano. Solo tenemos un poco de acceso a esa verdad oculta a través del instinto, del sentimiento.
La palabra nos hizo poseedores de la tradición oral para transmitir la experiencia en vida, lo importante, de una generación a otra.
El documento escrito, en piedra, barro, papiro, pergamino o papel, fija la información para que dure más tiempo en un soporte duradero.
Ahora en el formato digital usamos el lenguaje matemático para elaborar libros audiovisuales.
Y todo para que podamos percibir lo que le pasó por la cabeza a un miembro de nuestra misma especie ayer o en tiempos remotos. Pero no por estar escrito es verdad o útil, por eso leo con el corazón, con la palabra y con el pensamiento.