Los pajaritos que nos cuentan qué va a votar la ciudadanía nos tienden unos cables con mucha fuerza.

Los pajaritos que nos cuentan qué va a votar la ciudadanía nos tienden unos cables con mucha fuerza.
La gente que detenta el poder nunca es normal, porque lo normal entre la gente normal es no tener ni pajolera idea de por donde vienen los tiros.
Cada año para saber cuando llega la primavera hay que escuchar al cuerpecito, que lo está gritando.
El cambio climático no es un asunto de moda baladí sino de «Tararí que te vi, que no tienes donde ir»
La tarta del amor tiene varios pisos. Si solo te comes la guinda del pastel, ¿quién te quiere?.
Con la bandera por montera, la derecha política española pisa el patriotismo limpito y reluciente de quien no está de acuerdo con ella.
Comprar lotería por si toca, comer como si no hubiera un mañana, reunirnos con personas con las que discutimos, y lo sabemos.
La Navidad no es normal. Pero la normalidad es relativa. El biblioráculo también lo es.
La imperturbable insolidaridad de la ultraderecha. Primero hace daño y después se arroga el liderazgo para curar la herida.
Podemos decir sin lugar a dudas que salir por peteneras es un auténtico argumento de autoridad. Y punto